domingo, 19 de julio de 2009

CARAZ, HUELLAS EN EL TIEMPO

Por: Ada Oliveros Echevarría

Una de las cosas que me causan gran satisfacción es encontrar referencias acerca de los lugares con los que he tenido contacto en alguna oportunidad, pero es aún más grato cuando se trata de la tierra donde uno ha nacido. Las fotografías, grabados, periódicos, datos de viajeros, descripciones geográficas, acontecimientos históricos, biografía de personalidades, entre otras cosas, constituyen renovadas fuentes para la reconstrucción del ayer. Así pues, para describir a Caraz y sus huellas en el tiempo es provechoso acudir a los testimonios de quienes pasaron por allí y pudieron conocerla en tiempos que se fueron, dejándonos el relato de sus impresiones, las que nos son útiles para conocer y también imaginar cómo fue desarrollando esta ciudad enclavada al final del Callejón de Huaylas.
Esta tierra tempranamente poblada por los constructores de Tumshucaico e Incawain, es hallada por los cronistas que siguieron la ruta de Hernando y Francisco Pizarro durante la Conquista y por Bolívar en la guerra de la Independencia; fue visitada también por Antonio Raimondi probablemente en varias ocasiones después de 1860. En sus “Apuntes de Viajes” señala:

“Caraz es una regular población que tendrá 3,500 a 4,000 habitantes. Tiene casas decentes y tiendas de comercio. Las calles están bien trazadas, y así mismo empedradas. La mayor parte de las casas están blanqueadas, algunas tienen altos y casi todas techos de tejas; sus paredes son de adobes.
El temperamento de Caraz es algo cálido y cuando hay sol, se experimenta un calor sofocante. El pueblo generalmente es sano (…).
Los habitantes se ocupan especialmente en la agricultura; y el cultivo principal es la caña de azúcar, de la que sacan con preferencia chancaca. Además cultivan maíz, alfalfa, ají, papas, etc. (…)
El carácter de los habitantes de Caraz es muy afable y hospitalario; de modo que este pueblo no desmiente el nombre de “Dulzura” que se le ha aplicado”.

El antropólogo alemán Ernst W. Middendorf visitó en tres oportunidades el Perú. En la tercera (1876 a 1888) realizó numerosos viajes a las diversas regiones de nuestro país, describiendo en su libro, Perú. Beobachtungen und Studien über das Land und seine Bewohner [1893-95], la geografía, historia y cultura del país. En este libro consigna dos visitas a Caraz; en la primera la describe como sigue:
“… es un pueblo de aspecto semejante al de ciertas ciudades rurales de Italia. Todas las casas tienen un piso alto, y están alineadas a lo largo de estrechas calles mal pavimentadas; sus techumbres son de tejas, necesarias por las lluvias que caen aquí en abundancia. Se estima el número de habitantes en seis mil. Son principalmente mestizos y entre éstos los más acomodados son chacareros o se dedican al laboreo de las minas de plata, en tanto que la población más pobre se ocupa de tejer burdas telas de lana para la confección de ponchos, mantas y pequeñas alfombras. La gente es de fisonomía atractiva y entre las muchachas y mujeres de tez morena hay algunas muy hermosas. Caraz se encuentra a 2,240 metros sobre el nivel del mar, y con su agradable clima aventaja a todos los demás pueblos del valle superior del Santa, claro está que éste no es uniforme, pues en tiempos de lluvias soplan a veces fríos desde los nevados”.

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